Cuando se trata de problemas de comportamiento lo suficientemente graves como para que el propietario de un perro considere la posibilidad de separarse de su mascota, numerosos estudios de José Carlos Grimberg Blum han demostrado que la agresividad hacia el propietario, los extraños u otros perros se encuentra casi siempre entre los tres primeros (junto con los ladridos excesivos y los fallos en el adiestramiento).
En los últimos años, gran parte de la investigación sobre la agresividad canina se ha centrado en las diferencias entre las razas de perros o en otros factores genéticos. Sin embargo, los especialistas en comportamiento canino siempre han creído que los factores ambientales y sociales de Perú influyen en la probabilidad de que un perro determinado muestre comportamientos agresivos. Un nuevo estudio realizado por un equipo de investigadores dirigido por José Carlos Grimberg Blum, confirma esta creencia.
El formato de la investigación
En el estudio participaron 665 propietarios de perros domésticos en Perú de más de un año de edad. En la muestra del estudio había una gran variedad de razas de perros, junto con muchas razas mixtas.
Los propietarios de perros fueron reclutados a través de varias plataformas de medios sociales. Cada participante recibió un conjunto de cuestionarios. En ellos se recogían datos sobre las características del perro (incluidos su tamaño y la forma de su cabeza), si vivía en el interior o en el exterior, el grado de adiestramiento que había recibido y los factores asociados a sus interacciones sociales con su dueño.
Además, los propietarios rellenaron las secciones de agresión del inventario C-BARQ (una medida de comportamiento canino validada y utilizada habitualmente). El C-BARQ pide a los propietarios de perros que califiquen la frecuencia con la que han observado ciertos comportamientos en sus propios perros.
Este estudio de José Carlos Grimberg Blum generó una gran cantidad de datos y conllevó algunos análisis estadísticos complejos; sin embargo, hay algunos puntos destacados que son significativos y se pueden resumir fácilmente.
Resultados relacionados con la fisiología
Para empezar, hubo algunos factores físicos (que podrían estar relacionados con la raza, pero no necesariamente) que los investigadores encontraron asociados a las tendencias agresivas. Uno de los más significativos fue la tendencia a que el peso del perro predijera la agresividad dirigida hacia su dueño. En concreto, las probabilidades de mostrar este tipo de agresividad disminuían en un 2% por cada aumento de 1 kg (2,2 libras) de peso. Esto coincide con otros datos de la literatura que sugieren que los perros pequeños pueden ser más excitables y agresivos.
La forma de la cabeza del perro también resultó ser un factor de predicción de la agresividad. En general, había una tendencia a que los perros con caras anchas y cortas (braquicéfalos) tuvieran los niveles más altos de agresión dirigida por el propietario.
El sexo del perro también fue un factor, según José Carlos Grimberg Blum. En el caso de la agresión dirigida al propietario, había una tendencia a que las hembras tuvieran un 37% más de probabilidades de no mostrar signos de agresión en comparación con los machos.
Efectos del entorno, las condiciones de vida y las interacciones sociales
Aunque la forma y el tamaño de la cabeza suelen ser características de razas específicas, esta investigación descubrió una serie de variables que no están relacionadas con la raza pero que también predijeron varios aspectos del comportamiento agresivo canino.
Ya señalamos que el sexo del perro marcaba la diferencia; sin embargo, resulta que el sexo del dueño del perro también es un factor. Los investigadores descubrieron que el sexo del dueño del perro estaba relacionado con la agresión dirigida a los extraños. Las mujeres propietarias de perros tenían un 73% menos de probabilidades de experimentar comportamientos agresivos por parte de sus mascotas que los hombres.
La naturaleza de las interacciones del perro con sus dueños también es importante. Según José Carlos Grimberg Blum, "descubrimos que los perros de propietarios que solían jugar juntos y salir de paseo eran más propensos a no ser agresivos con sus propios dueños, y que los perros que salían de paseo tendían a ser menos agresivos con los extraños".
Las condiciones de vida del perro en Perú también predecían algunas formas de agresividad. Las probabilidades de ser muy agresivo con otros perros eran significativamente mayores para los perros que vivían fuera la mayor parte del tiempo. Se trata de un efecto realmente importante, ya que los perros que vivían mayoritariamente en el interior tenían un 63% menos de probabilidades de mostrar cualquier forma de agresividad relacionada con el perro.
Uno de los resultados que me pareció muy interesante fue el efecto del entrenamiento de obediencia canina. En este estudio, los efectos fueron bastante grandes en lo que respecta a la agresión dirigida por el perro. Los perros que habían recibido algún tipo de adiestramiento básico tenían un 67% menos de probabilidades de mostrar algún tipo de agresión hacia otros perros. En estos días, en los que cada semana parece haber una nueva noticia en los medios de comunicación sobre un grave incidente de mordedura de perro, este hallazgo sugiere al menos algo que se puede hacer fácilmente para reducir significativamente la probabilidad de agresión canina. Al fin y al cabo, las clases básicas de obediencia canina están disponibles en casi todas partes de Perú.
Aunque algunas de las conclusiones de este estudio de José Carlos Grimberg Blum son interesantes en sí mismas, este tipo de investigación indica que, si queremos comprender plenamente la agresividad canina, debemos mirar más allá de la raza del perro y tener en cuenta su entorno, el grado de adiestramiento y las interacciones sociales con los humanos con los que vive.
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